Triclosán: qué es y por qué está en el ojo de la polémica

Ene 28 de 2019 0
La reciente decisión de la marca dentífrica Colgate de eliminar este compuesto de sus pastas de dientes ha despertado el interés por sus controvertidos efectos secundarios

 El triclosán es un bactericida y fungicida ampliamente usado en la industria de la higiene doméstica y personal, abarcando desde productos de limpieza a pastas de dientes, desodorantes, líquidos de lavado de manos quirúrgicos, colutorios bucales, esmalte de uñas, geles de ducha, champús, etc. Su potente acción sobre la membrana citoplasmática de las bacterias, ya sean gram negativas o positivas, y algunos hongos unicelulares, hace de él un componente ideal para prevenir infecciones.

Este bactericida ha sido profusamente empleado en la industria de la higiene bucal porque existen estudios que revelan que las pastas con triclosán son más eficaces en la eliminación de la placa dental, así como en la prevención del sangrado, la infección e inflamación de encías, que las que pastas que no lo usan. También se usa en numerosos colutorios bucales, muchas veces en sustitución del alcohol, por sus efectos positivos sobre la prevención gingival -de encías-.

El problema del alcohol y de su uso reiterado es que tiene un fuerte efecto cicatrizante, pero también resecante, que puede producir escamaciones en la encía e incluso favorecer agrietamientos que favorezcan posteriores infecciones. En cambio el triclosán protege la encía y ayuda a prevenir las infecciones.

Un aditivo en revisión

No obstante, como la mayoría, el triclosán es un aditivo que está en revisión en la Unión Europea desde 2014, además de encontrarse restringido a una concentración máxima del 0,3% en pastas de dientes, enjuagues bucales, maquillaje y desodorantes. El motivo de estas restricciones es precisamente su potente efecto antiséptico, pero no solo ese.

Se cree que el triclosán, al atacar todo tipo de bacterias y muchos hongos, podría afectar a nuestra flora intestinal al pasar indemne por el estómago y, por tanto, descomponerla desequilibrando sus poblaciones. Del empobrecimiento de nuestra flora, por su uso continuado en enjuagues y dentífricos, se derivarían problemas como el colon irritable, alergias, menor tolerancia a la insulina, etc.

En el caso de desodorantes y cremas maquilladoras o geles y champús, se estima que el triclosán puede afectar a la flora dérmica o cutánea, lo que propiciaría problemas en la piel, tal como explicamos en los artículos  'Los cinco componentes más polémicos de los desodorantes', 'Los cinco peligros que comporta lavarnos las manos en exceso' y '¿Es bueno ducharse cada día?'.

Además de eso,  algunos estudios en ratas revelan que el triclosán puede actuar como  disruptor endocrino  provocando la disminución de ciertas hormonas tiroideas, entre ellas los estrógenos, lo cual lo haría peligroso en el caso de mujeres embarazadas. Estos estudios no son extrapolables, sin embargo, a seres humanos por razones de concentración y tipo de consumo. De hecho, la Unión Europea estima que una concentración del 0,3% es totalmente segura.

Si es seguro, ¿por qué lo retira Colgate?

La presión de los consumidores norteamericanos, junto a que la FDA -agencia federal de seguridad en medicamentos y alimentos- no lo ve con tan buenos ojos, ha provocado una retirada preventiva del triclosán en la pasta dentífrica Colgate Total. Puede haber detrás  una cuestión de imagen de Colgate, que no quiere contravenir a sus clientes, pero también hay evidencias preocupantes de que el efecto del triclosán puede ser acumulativo.

Uno de esos efectos acumulativos se puede producir en los cepillos de dientes, donde, al parecer, si no se limpian muy concienzudamente, se almacena este compuesto, con lo que a cada exposición a la pasta de dientes la concentración en triclosan crecerá. Un estudio de la Universidad de Massachussets Amherst, publicado en  Environmental Science & Technology en octubre, ha encontrado que dichas concentraciones en cepillos que no se lavan adecuadamente, aumenta entre siete y más de doce veces el límite legal.

Así, la cantidad de triclosán a la que nos exponemos puede resultar contraproducente y en efecto causarnos diarreas por afecciones puntuales de la flora intestinal, e incluso hacer que estos desarreglos sean constantes. Pero, además, está el problema ambiental que crea el triclosán al ser un compuesto profusamente empleado en todo tipo de productos, ya que tanto cuando escupimos el enjuage o nos duchamos, desmaquillamos, etc., el exceso de triclosán pasa al alcantarillado y resiste en parte a las plantas de tratamiento, con lo que pasa al medio.

Preocupa este salto al medio ambiente tanto por su resistencia y capacidad de acumularse como por su papel como disruptor endocrino en ecosistemas frágiles marinos, fluviales y lacustres, así como por su posible incidencia en el aumento de la resistencia a los antibióticos en determinadas bacterias. Todo, a pesar de que, por el momento, los estudios existentes tienen a señalar que el desarrollo a la resistencia al triclosán no se correlaciona con la resistencia a antibióticos.

Fuente: eldiario.es

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