Una iniciativa que ofrece otro tipo de sanación a pacientes con cáncer

Ene 30 de 2018 0
esta odontóloga ha dedicado su vida profesional, y personal, a trabajar desde el arte con personas que tienen o tuvieron historias de cáncer.

Con tapas de fármacos utilizados en el tratamiento, diseñan y fabrican collares y aretes.

Las tapas de tres frascos de doxorrubicina, un fármaco muy utilizado en quimioterapias para tratar el cáncer, se convirtieron en un par de aretes y en un collar. Su forma es redonda y llena de mucho color. La idea es que representen alegría y ganas de vivir.

Lucy Ramírez Londoño luce los accesorios con orgullo. Fue ella quien tuvo la iniciativa de desarrollarlos. Aunque en campos como la medicina la distancia entre las partes casi siempre le gana a la emoción, ella cree que los pacientes son amigos y que crear lazos afectivos con ellos es muy posible, y hasta necesario.

"Lo que buscamos es que los pacientes se empoderen y hagan una transformación"

En el último año y medio, esta odontóloga ha dedicado su vida profesional, y personal, a trabajar desde el arte con personas que tienen o tuvieron historias de cáncer.

El poder de transformar las cosas. Esa es su filosofía. En eso basa sus acciones con los pacientes, y es la consigna que imparte para crear, a partir de tapas de medicamentos, aretes y collares.

“Se ven cosas macabras durante las quimioterapias, y las tapas representan ese proceso doloroso. Lo que buscamos es que los pacientes se empoderen y hagan una transformación: que ese objeto que se asocia con algo maluco se convierta en una vaina maravillosa y bonita”, contó.

La relación de Lucy con el cáncer empezó hace muchos años. Se graduó de odontología en su natal Manizales y se especializó en oncología oral. Después se instaló en la ciudad de Ibagué, donde su experiencia y estudios le permitieron vincularse a una IPS especializada en temas oncológicos.

Tener cerca a personas que padecen los diferentes tipos de la enfermedad la hizo testigo de las necesidades e incertidumbres económicas, psicológicas y sociales a las que se enfrentan.

Entonces, una idea empezó a rondar en su cabeza: construir un espacio para actividades lúdicas. Tenía claro que el principal compromiso de la IPS en la que labora eran la calidad de servicios y los medicamentos, pero deseaba construir un lugar en donde se pudiera mirar la vida de manera diferente, disfrutarla. Un sitio para no pensar siempre en oncología, en metástasis, en dolor, en miedo.

A mitad del 2016 le dio forma a Artesana, una iniciativa para humanizar la atención a quienes padecen cáncer. Un proyecto que cree en la lúdica, en el arte, en la expresión, en la risa, en compartir, en tener un equilibrio biopsicosocial para sentirse bien.

“Mi vida se ha transformado en muchas cosas. Mi papá murió de cáncer, mi suegro murió de cáncer. Artesana era una deuda que teníamos con todas las personas que amamos, cercanos y pacientes, quienes también son nuestra familia”, aseguró Lucy.

Los aretes y collares

“La idea con las tapas es crear un vínculo y hacer una invitación: el cáncer es terrible, pero las personas están por encima de eso. No olvidamos el proceso que se vive con la enfermedad, pero hay que transformar la historia, tomar el control”, afirmó la odontóloga.

La creación insignia de Artesana son unos aretes y collares desarrollados a partir de tapas de medicamentos, que son solicitadas a una central de mezclas, el lugar donde se adecua la dosis para cada paciente.

Una iniciativa que ofrece otro tipo de sanación a pacientes con cáncer

A la izquierda se ven las tapas de los medicamentos antes de empezar a hacer los diseños. A la derecha, las piezas finalizadas.

Por: Camilo Hernández M.
18 de enero 2018 , 08:11 p.m.

Las tapas de tres frascos de doxorrubicina, un fármaco muy utilizado en quimioterapias para tratar el cáncer, se convirtieron en un par de aretes y en un collar. Su forma es redonda y llena de mucho color. La idea es que representen alegría y ganas de vivir.

Lucy Ramírez Londoño luce los accesorios con orgullo. Fue ella quien tuvo la iniciativa de desarrollarlos. Aunque en campos como la medicina la distancia entre las partes casi siempre le gana a la emoción, ella cree que los pacientes son amigos y que crear lazos afectivos con ellos es muy posible, y hasta necesario.

 
 

Lo que buscamos es que los pacientes se empoderen y hagan una transformación

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En el último año y medio, esta odontóloga ha dedicado su vida profesional, y personal, a trabajar desde el arte con personas que tienen o tuvieron historias de cáncer.

El poder de transformar las cosas. Esa es su filosofía. En eso basa sus acciones con los pacientes, y es la consigna que imparte para crear, a partir de tapas de medicamentos, aretes y collares.

“Se ven cosas macabras durante las quimioterapias, y las tapas representan ese proceso doloroso. Lo que buscamos es que los pacientes se empoderen y hagan una transformación: que ese objeto que se asocia con algo maluco se convierta en una vaina maravillosa y bonita”, contó.

La relación de Lucy con el cáncer empezó hace muchos años. Se graduó de odontología en su natal Manizales y se especializó en oncología oral. Después se instaló en la ciudad de Ibagué, donde su experiencia y estudios le permitieron vincularse a una IPS especializada en temas oncológicos.

Tener cerca a personas que padecen los diferentes tipos de la enfermedad la hizo testigo de las necesidades e incertidumbres económicas, psicológicas y sociales a las que se enfrentan.

Entonces, una idea empezó a rondar en su cabeza: construir un espacio para actividades lúdicas. Tenía claro que el principal compromiso de la IPS en la que labora eran la calidad de servicios y los medicamentos, pero deseaba construir un lugar en donde se pudiera mirar la vida de manera diferente, disfrutarla. Un sitio para no pensar siempre en oncología, en metástasis, en dolor, en miedo.

A mitad del 2016 le dio forma a Artesana, una iniciativa para humanizar la atención a quienes padecen cáncer. Un proyecto que cree en la lúdica, en el arte, en la expresión, en la risa, en compartir, en tener un equilibrio biopsicosocial para sentirse bien.

“Mi vida se ha transformado en muchas cosas. Mi papá murió de cáncer, mi suegro murió de cáncer. Artesana era una deuda que teníamos con todas las personas que amamos, cercanos y pacientes, quienes también son nuestra familia”, aseguró Lucy.

Los aretes y collares

“La idea con las tapas es crear un vínculo y hacer una invitación: el cáncer es terrible, pero las personas están por encima de eso. No olvidamos el proceso que se vive con la enfermedad, pero hay que transformar la historia, tomar el control”, afirmó la odontóloga.

La creación insignia de Artesana son unos aretes y collares desarrollados a partir de tapas de medicamentos, que son solicitadas a una central de mezclas, el lugar donde se adecua la dosis para cada paciente.

Una iniciativa que ofrece otro tipo de sanación a pacientes con cáncer

 

A la izquierda se ven las tapas de los medicamentos antes de empezar a hacer los diseños. A la derecha, las piezas finalizadas.

"No es fácil, pero tampoco lo es salir del cáncer"

Tapas de doxorrubicina, así como de otros medicamentos para el cáncer, como ciclofosfamida, paclitaxel y cisplatino, son las que utilizan. Pero Artesana no se cierra a los medicamentos oncológicos, también diseñan sobre partes de medicinas que combaten otras enfermedades.

No hay dos piezas iguales. Si bien en un par de aretes las partes se parecen y se complementan, cada una es única e irrepetible. Y, según Lucy, no hay posibilidad de contaminación en las tapas con las que trabajan, pues se hacen dos limpiezas exhaustivas.

Al recibirlas se realiza un primer pintado en blanco para pegarlas. Lo siguiente es escoger los colores con los que serán decoradas. Se utiliza una técnica de gota, con esmaltes o pinturas de vitral, que se ha ido perfeccionando. “En el taller, las personas que participan manejan colores alegres, y eso habla de cómo van sanando. Esa expresión artística es increíble, y se sienten satisfechos: ‘Wow. ¿Yo hice eso? ¡Es maravilloso!’ ”, narró la odontóloga.

Luego de pintarlas se ponen a secar y se hace un proceso de resanado, para sellarlas bien. Finalmente, se abren pequeños huecos con brocas y se ensamblan. Todo el trabajo es muy artesanal. “Limpiar, pegar, pintar, volver a pintar, resinar, ensamblar... Uff, no es fácil, pero tampoco lo es salir del cáncer. A veces las tapas no quedan muy parejas, más bien, ahí, medio macheteadas, pero estamos saliendo victoriosos de a poco”, dijo.

"Que la gente nos compre lo que hacemos porque sea hermoso, porque les guste, no porque ‘ay, pobrecitos, ayudémoslos”

Por: Camilo Hernández M.
18 de enero 2018 , 08:11 p.m.

Las tapas de tres frascos de doxorrubicina, un fármaco muy utilizado en quimioterapias para tratar el cáncer, se convirtieron en un par de aretes y en un collar. Su forma es redonda y llena de mucho color. La idea es que representen alegría y ganas de vivir.

Lucy Ramírez Londoño luce los accesorios con orgullo. Fue ella quien tuvo la iniciativa de desarrollarlos. Aunque en campos como la medicina la distancia entre las partes casi siempre le gana a la emoción, ella cree que los pacientes son amigos y que crear lazos afectivos con ellos es muy posible, y hasta necesario.

 
 

Lo que buscamos es que los pacientes se empoderen y hagan una transformación

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En el último año y medio, esta odontóloga ha dedicado su vida profesional, y personal, a trabajar desde el arte con personas que tienen o tuvieron historias de cáncer.

El poder de transformar las cosas. Esa es su filosofía. En eso basa sus acciones con los pacientes, y es la consigna que imparte para crear, a partir de tapas de medicamentos, aretes y collares.

“Se ven cosas macabras durante las quimioterapias, y las tapas representan ese proceso doloroso. Lo que buscamos es que los pacientes se empoderen y hagan una transformación: que ese objeto que se asocia con algo maluco se convierta en una vaina maravillosa y bonita”, contó.

La relación de Lucy con el cáncer empezó hace muchos años. Se graduó de odontología en su natal Manizales y se especializó en oncología oral. Después se instaló en la ciudad de Ibagué, donde su experiencia y estudios le permitieron vincularse a una IPS especializada en temas oncológicos.

Tener cerca a personas que padecen los diferentes tipos de la enfermedad la hizo testigo de las necesidades e incertidumbres económicas, psicológicas y sociales a las que se enfrentan.

Entonces, una idea empezó a rondar en su cabeza: construir un espacio para actividades lúdicas. Tenía claro que el principal compromiso de la IPS en la que labora eran la calidad de servicios y los medicamentos, pero deseaba construir un lugar en donde se pudiera mirar la vida de manera diferente, disfrutarla. Un sitio para no pensar siempre en oncología, en metástasis, en dolor, en miedo.

A mitad del 2016 le dio forma a Artesana, una iniciativa para humanizar la atención a quienes padecen cáncer. Un proyecto que cree en la lúdica, en el arte, en la expresión, en la risa, en compartir, en tener un equilibrio biopsicosocial para sentirse bien.

“Mi vida se ha transformado en muchas cosas. Mi papá murió de cáncer, mi suegro murió de cáncer. Artesana era una deuda que teníamos con todas las personas que amamos, cercanos y pacientes, quienes también son nuestra familia”, aseguró Lucy.

Los aretes y collares

“La idea con las tapas es crear un vínculo y hacer una invitación: el cáncer es terrible, pero las personas están por encima de eso. No olvidamos el proceso que se vive con la enfermedad, pero hay que transformar la historia, tomar el control”, afirmó la odontóloga.

La creación insignia de Artesana son unos aretes y collares desarrollados a partir de tapas de medicamentos, que son solicitadas a una central de mezclas, el lugar donde se adecua la dosis para cada paciente.

Una iniciativa que ofrece otro tipo de sanación a pacientes con cáncer

 

A la izquierda se ven las tapas de los medicamentos antes de empezar a hacer los diseños. A la derecha, las piezas finalizadas.

Foto:

CORTESÍA ARTESANA

No es fácil, pero tampoco lo es salir del cáncer

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Tapas de doxorrubicina, así como de otros medicamentos para el cáncer, como ciclofosfamida, paclitaxel y cisplatino, son las que utilizan. Pero Artesana no se cierra a los medicamentos oncológicos, también diseñan sobre partes de medicinas que combaten otras enfermedades.

No hay dos piezas iguales. Si bien en un par de aretes las partes se parecen y se complementan, cada una es única e irrepetible. Y, según Lucy, no hay posibilidad de contaminación en las tapas con las que trabajan, pues se hacen dos limpiezas exhaustivas.

Al recibirlas se realiza un primer pintado en blanco para pegarlas. Lo siguiente es escoger los colores con los que serán decoradas. Se utiliza una técnica de gota, con esmaltes o pinturas de vitral, que se ha ido perfeccionando. “En el taller, las personas que participan manejan colores alegres, y eso habla de cómo van sanando. Esa expresión artística es increíble, y se sienten satisfechos: ‘Wow. ¿Yo hice eso? ¡Es maravilloso!’ ”, narró la odontóloga.

Luego de pintarlas se ponen a secar y se hace un proceso de resanado, para sellarlas bien. Finalmente, se abren pequeños huecos con brocas y se ensamblan. Todo el trabajo es muy artesanal. “Limpiar, pegar, pintar, volver a pintar, resinar, ensamblar... Uff, no es fácil, pero tampoco lo es salir del cáncer. A veces las tapas no quedan muy parejas, más bien, ahí, medio macheteadas, pero estamos saliendo victoriosos de a poco”, dijo.

Que la gente nos compre lo que hacemos porque sea hermoso, porque les guste, no porque ‘ay, pobrecitos, ayudémoslos”

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Los pacientes

Cuando se les comentó la idea a los pacientes de trabajar con tapas les pareció extraordinaria. Siempre se han mostrado receptivos. Existe el miedo, claro, pero también tienen en mente la convicción de vivir, de ser felices.

Hace cuatro meses, en Cádiz, uno de los barrios más tradicionales de Ibagué, abrieron el primer punto de venta para los accesorios, en la misma sede de Artesana. Si antes los pacientes se sentían extasiados por lo que hacían, ahora viven inquietos por saber si les compran lo que elaboran. Cada arete, cada collar, lo venden a 10.000 pesos. El dinero se divide en dos: una parte se destina para subsidiar el proyecto y otra para un fondo común con el cual organizan actividades lúdicas, salidas.

“Aquí no se vale pobretear. Que la gente nos compre lo que hacemos porque sea hermoso, porque les guste, no porque ‘ay, pobrecitos, ayudémoslos”, manifestó Lucy.

Quienes asisten a los encuentros son personas que padecen o padecieron cáncer, familiares de pacientes, personas que quieren ayudar con su conocimiento artístico y también quienes sufren enfermedades crónicas de otra índole. La inciativa promueve la inclusión y está abierta para todos.

Las reuniones se hacen los lunes y los miércoles. Oficialmente, cada sesión es de dos horas, de 3 a 5 p. m., pero siempre se alarga. En cada reunión, en promedio, participan 15 personas, en su mayoría mujeres.

Si hay que hablar de la enfermedad, se habla. No obstante, el enfoque es resaltar la vida. “A veces dicen: ‘Ay, la tarde se pasó rápido, estaba muy triste en mi casa, hice el esfuerzo de venir y ahora me siento excelente’... Escuchar eso no tiene comparación, no tiene precio”, resaltó Lucy.

Además de los aretes, estas personas trabajan en pinturas, artesanías de madera, tejidos. En el caso de estos trabajos, una parte del dinero de las ventas va para quien hizo la creación.

Para todas las creaciones se usan materiales reciclables, y Artesana asume gran parte del costo. Quienes participan también abastecen, con lo que pueden y cuando pueden. Donaciones también se reciben. “La idea es explorar y reconstruir pensando en la posenfermedad. Es vital superar lo que se padece, pero hay que preguntarse qué se aprendió y para qué seguimos”, concluyó la doctora amiga de sus pacientes.

Fuente: eltiempo.com

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